martes, 15 de febrero de 2011

Una breve carrera como actor

Ya va siendo hora de contarlo: he tenido una carrera como actor. Breve, pero intensa. Y, probablemente, con más espectadores que muchos actores consagrados.

Era el año 2001. Habíamos viajado a Beijing en una delegación parlamentaria: reuniones, entrevistas diversas con autoridades, que nos ocuparon hasta bien entrada la noche del viernes con una cena oficial. El sábado debíamos vernos un rato con la gente de la Embajada por la mañana. Y la tarde quedaba libre. Salí a pasear por el llamado "Mercado de la seda", y al poco me abordó un joven chino, en correcto inglés. Me preguntó si tenía una corbata y un traje o americana. Tras confirmarle que sí, me explicó que trabajaba para una productora de TV. Que estaban rodando un capítulo de una serie de TV. Y que les había dejado plantado un actor americano que era indispensable en función del guión. Todo sonaba bastante extraordinario, a pleno sol y en plena calle. El tipo me dio una tarjeta de visita, y me comprometí a responderle en una hora.

A través de una persona de confianza, un editor chino con un amigo en común en España, verifiqué que la productora existía, y que la historia, si no era cierta, era al menos verosímil. Con toda una tarde libre por delante, la única opción sensata era pues, aceptar, y estrenarme en mi carrera cinematográfica.

Una hora más tarde, hacia las 3, me encontraba a la entrada de una enorme mansión de Beijing, uno de los restos de la época colonial, probablemente ya destruida con motivo de los Juegos Olímpicos y sus brutales actuaciones inmobiliarias. Me acompañaba mi amigo, alucinado con mi aceptación de la oferta, y bastante temeroso de que todo esto pudiera acabar mal. Y ahí estaban: docenas de jóvenes chinos vestidos de policías, y toda la parafernalia de cámaras, cables y focos propia de un rodaje. Eso sí, sin la calidad del cátering ni el jamón que se suele ver en España en estos casos

Me contaron mi papel. Dos escenas, cada una con un par de frases. Yo era el Jefe de la Policia de Nueva York ( o del puerto de la ciudad, no recuerdo bien). Y debía mantener dos reuniones con la policía china, con el fin de ayudar en la búsqueda de una peligrosa y atractiva delincuente del crimen organizado. El productor era un personaje propio de ese momento de la historia china: un tipo que había salido de china muy pobre, había hecho cuatro cosas de publicidad en Nueva York, y había regresado a la nueva China semicapitalista como un tuerto en un país de ciegos en materia audiovisual. Es decir, era el rey, se había forrado, y entre otras cosas producía esta serie de TV para una de las cadenas del país. 

Estuvimos rodando hasta media noche. Mi amigo me abandonó pronto, y mi único interlocutor en inglés pasó a ser el otro occidental, un chaval norteamericano que se había fugado de casa en Estados Unidos y, ya mayor de edad, se dedicaba a dar clases (esa era su historia, no sé más). No cobré nada, pero pedí una copia. Para mi sorpresa, no me la quisieron dar entonces, para impedir la piratería (juro que esa fue la explicación. ¡Qué fascinante oir eso en Beijing en 2001!), y me prometrieron hacérmela llegar.

Al día siguiente conté al resto de la Delegación y al Embajador mi pequeña experiencia de la víspera. Recuerdo bien la risa generosa de Eugeni Bregolat, (hoy nombrado de nuevo embajador en China) al escuchar todos los detalles. Según sus cálculos, con los datos que le di, la audiencia televisiva no bajaría de cuatro o cinco millones de personas, en el peor de los casos.
   
La copia llegó, y vi con dolor que mi flamante carrera actoral había sido suprimida en un 50%: la primera escena había desaparecido. He conservado las imágenes con discreción durante unos años. Quizá ya no hace falta tanta prudencia, así que ahí va:

 http://www.youtube.com/watch?v=ubasi6lKhA4

Productores, aviso: estoy dispuesto a repetir! Y muy barato!